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Churros, comida de pastores con bebida de dioses

Invierno frio o fiesta popular, todas las ocasiones son buenas para degustar los churros que adoran grandes y pequeños. A pesar de su internacionalización cada vez más importante, los churros siguen siendo uno de los símbolos españoles más fuertes.

Los churros pertenecen a las comidas denominadas “frutos de sartén” (nombre genérico que se da a las elaboraciones en las que una masa se fríe en aceite o en otro tipo de grasa).

Sobre su origen, como ocurre con muchos alimentos, hay muy variadas versiones: unos dicen que comenzaron a consumirse en Cataluña a principios del siglo XIX, otros que fue en las ferias ambulantes de Madrid donde comenzó la costumbre de desayunar churros, porque eran muy baratos, y otros que los crearon pastores y que su nombre vendría de las ovejas de raza churra. Lo que es bien cierto es que aunque típicamente españoles, hoy en día se consumen en casi todos los países latinoamericanos, en Francia y en Portugal.
 

Churros

Churros

La elaboración de los churros es bastante sencilla: se prepara una masa con harina, agua y sal, se introduce en una “churrera” (utensilio de cocina parecido a una manga pastelera pero rígida) para darle forma alargada, se fríe en aceite de oliva y se espolvorea con azúcar. Se consumen preferentemente calientes y son ideales para desayunos y meriendas.

Los churros se preparan y venden en unos locales llamados churrerías, donde se sirve también la bebida que tradicionalmente los acompaña: el chocolate, la bebida de los dioses. La masa salada y crujiente, unida al chocolate cremoso, dulce y algo amargo hacen de esa comida una experiencia única.

En el chocolate con churros, el chocolate se toma a la taza, es decir, para beberlo, pero bastante espeso. Se sirve un plato con varias unidades de churros y una taza con chocolate. El procedimiento para comer el chocolate con churros también es peculiar: con el chocolate y el churro calientes, se moja el churro en el chocolate para inmediatamente pasarlo a la boca, morder, cortar la parte con chocolate y masticar. Una vez consumido el churro (o los churros, porque quién podría comer solo uno) el resto del líquido se bebe.

Cuenta la leyenda que la mezcla fue tan exitosa en la Corte Española que el protocolo permitió hacer aquí lo que no es admitido en ningún otro lugar: ensopar, es decir, mojar sólido en un líquido antes de comerlo en presencia de otras personas.

Hillary Clinton fue la protagonista de una divertida anécdota durante un desayuno en Madrid en el que nadie le explicó cómo se “manipulaba” aquella mezcla y mojaba el churro y lo chupaba una y otra vez intentando usarlo como cuchara.
 
Foto: Sirsnapsalot